Frente Social o Congreso Económico Nacional
(Respuesta a la c. Milagros Ureta)
Por Marco Antonio Flores Villanueva
desde Boston, USA
Muchas gracias por su amable respuesta. En primer término permítame usted ponderar la altura con que aborda el tópico materia de este debate, muy apreciado por cierto en vista de los gruesos adjetivos que dominan el intercambio de “opiniones” en la redes políticas de Internet. En segundo término voy a referirme a su respuesta, punto por punto, de una forma directa y simple:
1) Las manifestaciones políticas, en los últimos años, no han sido el mejor termómetro para medir la fuerza o el poder de convocatoria de un partido político. El ejemplo más emblemático se contrae a la campaña presidencial de 1990 en la que el Fredemo y el Partido Aprista llenaron plazas y parques, mientras el candidato Fujimori no solamente emergía poderosamente en las encuestas sino que además terminó apoderándose de la presidencia. Lo mismo ocurrió con las grandes manifestaciones del partido en las últimas elecciones presidenciales. Fue esencialmente la actitud militante y disciplinada de los simpatizantes del partido lo que logró llenar las plazas. De otro lado, y en lo que se refiere a los debates politicos, la experiencia reciente apunta a confirmar que el triunfador de esos debates no siempre resulta ser el candidato elegido en los sufragios presidenciales. Alan García superó largamente a Toledo durante el debate presidencial, pero éste último ganó las elecciones. En 1990 un patético, oscuro y aburrido Fujimori evidentemente no fue mejor que su oponente, Mario Vargas Llosa, durante el debate presidencial, y sin embargo alcanzó el poder con el apoyo de la mayoría de la nación (incluídos muchos votos apristas).
2) Se ha dicho que el Frente Social no está formado por políticos. Dudo mucho que el Frente Social prescinda de los políticos para dar paso, a la hora de elaborar las listas parlamentarias, a quienes representan a organizaciones de base de la sociedad civil. En todo caso el tema de fondo en este momento NO es ese. El tema se refiere al poder de convocatoria del partido y, en ese contexto, su propuesta de formar un Frente Social. En ese preciso contexto es absolutamente meridiano que los auspiciadores del Frente Social, es decir los convocantes a ese bloque, las personalidades que están llamando a la formación de ese frente, en otras palabras los líderes de esa convocatoria son nada menos que politicos trajinados. Y esos viejos líderes políticos no son otros que aquellos que hundieron a la patria en la más catastrófica crisis que haya afectado a la república y durante un gobierno que no ha sido materia de reflexión y autocrítica al interior del APRA. Por ello se explica el poco poder de convocatoria de esos líderes que son, además, parte de la decrépita clase política peruana, desprestigiada y aborrecida por el electorado nacional (véase cualquier encuesta, léase cualquier opinión de la ciudadanía).
3) Se ha dicho, además, que “en el Frente Social los últimos serán los primeros” (Alan García) y que “el Frente Social será la voz de los sin voz” (sic) (Jorge del Castillo). Pero ocurre, mi apreciada c. Milagros Ureta, que si los últimos no tienen voz y no son los primeros es precisamente por iniciativa directa de los actuales políticos que auspician el Frente Social . En efecto, si lo que se pretende con este frente social es recoger no solamente las iniciativas sino también las necesidades de la sociedad civil así como a sus talentos, para darle más veracidad y legitimidad a una democracia representativa que quiere ser social y económica, no se explica por qué razón los auspiciadores del Frente Social de hoy no auspiciaron ayer la creación de un Congreso Ecónomico Nacional, instrumento que fue concebido por Haya de la Torre precisamente para transformar el poder político en el Perú. Como es de conocimiento de cualquier aprista que domina medianamente el abc de nuestro programa político, el Congreso Económico Nacional tiene un doble objetivo: económico y político. En lo económico, la reorganización de la producción. En lo político, que es el punto que nos atañe, la reestructuración del poder político en el Perú. En ese sentido es la antítesis de la democracia liberal. Es la participación debidamente representada en un foro concreto y perdurable en el tiempo de todos los sectores de la sociedad civil. En otras palabras, el Congreso Económico Nacional constituye conceptualmente el fin de la exclusión de vastos grupos representativos de la sociedad a través de una evolución cualitativa de la democracia: El paso histórico de una democracia liberal de partidos politicos a una democracia funcional de partidos políticos (renovados) y de organizaciones civiles y populares.
4) Así las cosas, tenemos pues que en primer lugar la propuesta de un Frente Social sería coherente si esa iniciativa hubiera estado precedida por la renovación de las principales figuras políticas del APRA, lo que NO ha ocurrido, lo que NO se ha producido. Los rostros que lideran la convocatoria a ese frente son los mismos rostros que lideraron el desastre que se inició en julio de 1985. Y en segundo lugar, esos mismos líderes politicos son aquellos que precisamente se han opuesto una y otra vez a la renovación de la política nacional y a la emergencia de “los últimos” y “los sin voz” (sic), porque NO han insistido con el programa político del APRA destinado a alcanzar ese objetivo histórico a través de la constitución de un Congreso Económico Nacional. Recuérdese que la última ocasión en que el Aprismo insistió con renovar la política nacional a través de la propuesta transformadora del Congreso Económico Nacional fue durante la Asamblea Constituyente de 1979 y, sintomáticamente, con Haya de la Torre en vida. En aquella oportunidad el PPC y la izquierda comunista se aliaron para impedir la materialización de ese proyecto histórico. Desde entonces la propuesta del Congreso Económico Nacional, como alguien lo dijo ya en un libro, se convirtió en una “propuesta olvidada” por los propios líderes del APRA, desterrada por Alan García durante su gobierno (a pesar de haber iniciado su mandato con un 90% de aprobación ciudadana y una mayoría parlamentaria ventajosa para llevar a cabo la reforma constitucional que hubiera hecho viable la constitución del CEN) y, además, eliminada de todos los Planes de Gobierno presentados durante las últimas campañas presidenciales en las que ha participado el Aprismo, incluídas las desastrosas en las cuales Abel Salinas y Mercedes Cabanillas fueron nuestros candidatos. Es más, y para probar que la clase política nacional, incluida la que dirige el partido y auspicia el llamado Frente Social, no está interesada realmente en una reforma política que incluya a la vida nacional a los vastos sectores sociales que carecen de representatividad o cualquier reforma electoral que constituya mayor participación, resulta útil recordar que luego de declararse la incapacidad moral de Fujimori, reponerse a los magistrados destituídos del Tribunal Constitucional y materializarse la vacancia de la presidencia, en diciembre del 2000 la clase polica peruana echó por tierra las expectativas del pueblo al rechazar en primera instancia nada menos que la aprobación del Distrito Electoral Múltiple para las elecciones generales que se avecinaban, llevando a la baja la aprobación de la ciudadanía a una representación nacional que se encontraba restituyendo la democracia en el país.
5) Credibilidad es pues el elemento que atenta contra los “gestores intelectuales”, auspiciadores del Frente Social, debido no solamente a la imagen que proyectan en la ciudadanía sino también, y sobre todo, a su ejecutoria que constituye el activo y pasivo de los últimos 19 años de vida republicana. Y la credibilidad es un elemento esencial en la Política. Por ello llama profundamente la atención que pese a la irrefutable verdad de ese principio algunos apristas, especialmente de la juventud, militantes bien intencionados no abran los ojos ante una realidad evidente pero irremediablemente oscura para ciertos líderes del partido. Ni siquiera la reciente experiencia de transición hacia el régimen democrático, luego de la caída del dictador Fujimori, ha sido aleccionadora para la exclusiva clase política peruana y para el propio Jorge del Castillo, parte activa en ese diálogo. En efecto, recuérdese el antecedente de la Mesa de Diálogo con la OEA. Ella debió servir a la clase política nacional y a los líderes y afiliados militantes del APRA, para valorar la trascendente e importante gravitación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares en la escena política nacional. La participación de esas organizaciones en el diálogo por el restablecimiento de la democracia en el Perú no solamente se enriqueció con sus propuestas sino que además otorgó CREDIBILIDAD y VERACIDAD al proceso, LEGITIMANDO con su intachable respaldo precisamente las propuestas democratizadoras de la clase política agrupada en la entonces oposición al regimen de Fujimori. Sin esas organizaciones y con la sola participación de la desprestigiada clase política nacional el proceso de democratización habría carecido de esos elementos vitales para la Política y a los que me he referido líneas arriba y que subrayo para los desavizados auspiciadores del Frente Social: Credibilidad y legitimidad. Por ello la participación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares NO DEBERÍA SER EPISÓDICA O FUGAZ. Esas organizaciones deben ser DEFINITIVAMENTE incorporadas al quehacer político nacional en un hecho histórico que signifique la amplificación de la democracia, es decir el paso necesario y urgente de una exclusiva democracia de partido políticos a una plena democracia de partidos politicos renovados y organizaciones civiles y populares en un poder del estado
6) Ha dicho Agustín Haya en un reciente artículo sobre el Frente Social que las organizaciones civiles y populares deberían colaborar con la edificación de un Plan de Gobierno común liderado por el APRA. Muy bien, situándose en la estrategia electoral la idea suscitaría el respaldo inmediato. Pero ello no es suficiente, no es aceptable, no es honesto porque no es sincero y es una solución a medias que no contiene lo esencial, porque realmente constituye una colaboración forzada por las circunstancias electorales que nos urge de respaldo popular. Ese es un buen “negocio cortoplacista”, un canto de sirena, pero NO es el programa político del Aprismo, realmente comprometido con el cambio. El tema es mucho más profundo y precisa de una respuesta definitiva que pasa por la necesaria y urgente reestructuración del poder político en el Perú, y ello no será posible a través de un electorero y episódico frente social edificado a la medida de sus interesados auspiciadores. Solo la propuesta del Congreso Económico Nacional contiene los elementos perdurables y de efectivo poder representativo y político que permitirán la transformación de la escena política nacional.
Me divorcia pues del Frente Social sus trajinados, contradictorios y controvertidos auspiciadores, sus objetivos cortoplacistas focalizados en la estrategia electoral y mi compromiso con el verdadero programa político del APRA, creado por Haya de la Torre para transformar la democracia liberal, que vivimos y sufrimos, en una verdadera democracia functional, participativa y verdaderamente social, porque es la única representativa de aquellos sectores del país que han sido siempre los últimos porque no tuvieron voz. El Congreso Económico Nacional les dará la vanguardia y la tribuna desde la cual elevarán su voz para transformar el Perú.
Fraternalmente,
Marco Antonio Flores Villanueva
Boston, 9 de marzo del 2005
(Respuesta a la c. Milagros Ureta)
Por Marco Antonio Flores Villanueva
desde Boston, USA
Muchas gracias por su amable respuesta. En primer término permítame usted ponderar la altura con que aborda el tópico materia de este debate, muy apreciado por cierto en vista de los gruesos adjetivos que dominan el intercambio de “opiniones” en la redes políticas de Internet. En segundo término voy a referirme a su respuesta, punto por punto, de una forma directa y simple:
1) Las manifestaciones políticas, en los últimos años, no han sido el mejor termómetro para medir la fuerza o el poder de convocatoria de un partido político. El ejemplo más emblemático se contrae a la campaña presidencial de 1990 en la que el Fredemo y el Partido Aprista llenaron plazas y parques, mientras el candidato Fujimori no solamente emergía poderosamente en las encuestas sino que además terminó apoderándose de la presidencia. Lo mismo ocurrió con las grandes manifestaciones del partido en las últimas elecciones presidenciales. Fue esencialmente la actitud militante y disciplinada de los simpatizantes del partido lo que logró llenar las plazas. De otro lado, y en lo que se refiere a los debates politicos, la experiencia reciente apunta a confirmar que el triunfador de esos debates no siempre resulta ser el candidato elegido en los sufragios presidenciales. Alan García superó largamente a Toledo durante el debate presidencial, pero éste último ganó las elecciones. En 1990 un patético, oscuro y aburrido Fujimori evidentemente no fue mejor que su oponente, Mario Vargas Llosa, durante el debate presidencial, y sin embargo alcanzó el poder con el apoyo de la mayoría de la nación (incluídos muchos votos apristas).
2) Se ha dicho que el Frente Social no está formado por políticos. Dudo mucho que el Frente Social prescinda de los políticos para dar paso, a la hora de elaborar las listas parlamentarias, a quienes representan a organizaciones de base de la sociedad civil. En todo caso el tema de fondo en este momento NO es ese. El tema se refiere al poder de convocatoria del partido y, en ese contexto, su propuesta de formar un Frente Social. En ese preciso contexto es absolutamente meridiano que los auspiciadores del Frente Social, es decir los convocantes a ese bloque, las personalidades que están llamando a la formación de ese frente, en otras palabras los líderes de esa convocatoria son nada menos que politicos trajinados. Y esos viejos líderes políticos no son otros que aquellos que hundieron a la patria en la más catastrófica crisis que haya afectado a la república y durante un gobierno que no ha sido materia de reflexión y autocrítica al interior del APRA. Por ello se explica el poco poder de convocatoria de esos líderes que son, además, parte de la decrépita clase política peruana, desprestigiada y aborrecida por el electorado nacional (véase cualquier encuesta, léase cualquier opinión de la ciudadanía).
3) Se ha dicho, además, que “en el Frente Social los últimos serán los primeros” (Alan García) y que “el Frente Social será la voz de los sin voz” (sic) (Jorge del Castillo). Pero ocurre, mi apreciada c. Milagros Ureta, que si los últimos no tienen voz y no son los primeros es precisamente por iniciativa directa de los actuales políticos que auspician el Frente Social . En efecto, si lo que se pretende con este frente social es recoger no solamente las iniciativas sino también las necesidades de la sociedad civil así como a sus talentos, para darle más veracidad y legitimidad a una democracia representativa que quiere ser social y económica, no se explica por qué razón los auspiciadores del Frente Social de hoy no auspiciaron ayer la creación de un Congreso Ecónomico Nacional, instrumento que fue concebido por Haya de la Torre precisamente para transformar el poder político en el Perú. Como es de conocimiento de cualquier aprista que domina medianamente el abc de nuestro programa político, el Congreso Económico Nacional tiene un doble objetivo: económico y político. En lo económico, la reorganización de la producción. En lo político, que es el punto que nos atañe, la reestructuración del poder político en el Perú. En ese sentido es la antítesis de la democracia liberal. Es la participación debidamente representada en un foro concreto y perdurable en el tiempo de todos los sectores de la sociedad civil. En otras palabras, el Congreso Económico Nacional constituye conceptualmente el fin de la exclusión de vastos grupos representativos de la sociedad a través de una evolución cualitativa de la democracia: El paso histórico de una democracia liberal de partidos politicos a una democracia funcional de partidos políticos (renovados) y de organizaciones civiles y populares.
4) Así las cosas, tenemos pues que en primer lugar la propuesta de un Frente Social sería coherente si esa iniciativa hubiera estado precedida por la renovación de las principales figuras políticas del APRA, lo que NO ha ocurrido, lo que NO se ha producido. Los rostros que lideran la convocatoria a ese frente son los mismos rostros que lideraron el desastre que se inició en julio de 1985. Y en segundo lugar, esos mismos líderes politicos son aquellos que precisamente se han opuesto una y otra vez a la renovación de la política nacional y a la emergencia de “los últimos” y “los sin voz” (sic), porque NO han insistido con el programa político del APRA destinado a alcanzar ese objetivo histórico a través de la constitución de un Congreso Económico Nacional. Recuérdese que la última ocasión en que el Aprismo insistió con renovar la política nacional a través de la propuesta transformadora del Congreso Económico Nacional fue durante la Asamblea Constituyente de 1979 y, sintomáticamente, con Haya de la Torre en vida. En aquella oportunidad el PPC y la izquierda comunista se aliaron para impedir la materialización de ese proyecto histórico. Desde entonces la propuesta del Congreso Económico Nacional, como alguien lo dijo ya en un libro, se convirtió en una “propuesta olvidada” por los propios líderes del APRA, desterrada por Alan García durante su gobierno (a pesar de haber iniciado su mandato con un 90% de aprobación ciudadana y una mayoría parlamentaria ventajosa para llevar a cabo la reforma constitucional que hubiera hecho viable la constitución del CEN) y, además, eliminada de todos los Planes de Gobierno presentados durante las últimas campañas presidenciales en las que ha participado el Aprismo, incluídas las desastrosas en las cuales Abel Salinas y Mercedes Cabanillas fueron nuestros candidatos. Es más, y para probar que la clase política nacional, incluida la que dirige el partido y auspicia el llamado Frente Social, no está interesada realmente en una reforma política que incluya a la vida nacional a los vastos sectores sociales que carecen de representatividad o cualquier reforma electoral que constituya mayor participación, resulta útil recordar que luego de declararse la incapacidad moral de Fujimori, reponerse a los magistrados destituídos del Tribunal Constitucional y materializarse la vacancia de la presidencia, en diciembre del 2000 la clase polica peruana echó por tierra las expectativas del pueblo al rechazar en primera instancia nada menos que la aprobación del Distrito Electoral Múltiple para las elecciones generales que se avecinaban, llevando a la baja la aprobación de la ciudadanía a una representación nacional que se encontraba restituyendo la democracia en el país.
5) Credibilidad es pues el elemento que atenta contra los “gestores intelectuales”, auspiciadores del Frente Social, debido no solamente a la imagen que proyectan en la ciudadanía sino también, y sobre todo, a su ejecutoria que constituye el activo y pasivo de los últimos 19 años de vida republicana. Y la credibilidad es un elemento esencial en la Política. Por ello llama profundamente la atención que pese a la irrefutable verdad de ese principio algunos apristas, especialmente de la juventud, militantes bien intencionados no abran los ojos ante una realidad evidente pero irremediablemente oscura para ciertos líderes del partido. Ni siquiera la reciente experiencia de transición hacia el régimen democrático, luego de la caída del dictador Fujimori, ha sido aleccionadora para la exclusiva clase política peruana y para el propio Jorge del Castillo, parte activa en ese diálogo. En efecto, recuérdese el antecedente de la Mesa de Diálogo con la OEA. Ella debió servir a la clase política nacional y a los líderes y afiliados militantes del APRA, para valorar la trascendente e importante gravitación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares en la escena política nacional. La participación de esas organizaciones en el diálogo por el restablecimiento de la democracia en el Perú no solamente se enriqueció con sus propuestas sino que además otorgó CREDIBILIDAD y VERACIDAD al proceso, LEGITIMANDO con su intachable respaldo precisamente las propuestas democratizadoras de la clase política agrupada en la entonces oposición al regimen de Fujimori. Sin esas organizaciones y con la sola participación de la desprestigiada clase política nacional el proceso de democratización habría carecido de esos elementos vitales para la Política y a los que me he referido líneas arriba y que subrayo para los desavizados auspiciadores del Frente Social: Credibilidad y legitimidad. Por ello la participación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares NO DEBERÍA SER EPISÓDICA O FUGAZ. Esas organizaciones deben ser DEFINITIVAMENTE incorporadas al quehacer político nacional en un hecho histórico que signifique la amplificación de la democracia, es decir el paso necesario y urgente de una exclusiva democracia de partido políticos a una plena democracia de partidos politicos renovados y organizaciones civiles y populares en un poder del estado
6) Ha dicho Agustín Haya en un reciente artículo sobre el Frente Social que las organizaciones civiles y populares deberían colaborar con la edificación de un Plan de Gobierno común liderado por el APRA. Muy bien, situándose en la estrategia electoral la idea suscitaría el respaldo inmediato. Pero ello no es suficiente, no es aceptable, no es honesto porque no es sincero y es una solución a medias que no contiene lo esencial, porque realmente constituye una colaboración forzada por las circunstancias electorales que nos urge de respaldo popular. Ese es un buen “negocio cortoplacista”, un canto de sirena, pero NO es el programa político del Aprismo, realmente comprometido con el cambio. El tema es mucho más profundo y precisa de una respuesta definitiva que pasa por la necesaria y urgente reestructuración del poder político en el Perú, y ello no será posible a través de un electorero y episódico frente social edificado a la medida de sus interesados auspiciadores. Solo la propuesta del Congreso Económico Nacional contiene los elementos perdurables y de efectivo poder representativo y político que permitirán la transformación de la escena política nacional.
Me divorcia pues del Frente Social sus trajinados, contradictorios y controvertidos auspiciadores, sus objetivos cortoplacistas focalizados en la estrategia electoral y mi compromiso con el verdadero programa político del APRA, creado por Haya de la Torre para transformar la democracia liberal, que vivimos y sufrimos, en una verdadera democracia functional, participativa y verdaderamente social, porque es la única representativa de aquellos sectores del país que han sido siempre los últimos porque no tuvieron voz. El Congreso Económico Nacional les dará la vanguardia y la tribuna desde la cual elevarán su voz para transformar el Perú.
Fraternalmente,
Marco Antonio Flores Villanueva
Boston, 9 de marzo del 2005
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