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Wednesday, March 16, 2005

¿Qué hay detrás del debate
en torno al voto facultativo?


Por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA

El debate en torno al voto facultativo ha despertado interés en el país. Al interior del partido esa iniciativa ha sido propuesta por el congresista Aurelio Pastor Valdivieso y ha merecido la oposición de Javier Barreda en un reciente e interesante artículo.

Pues bien, llama profundamente la atención la posición asumida por el Aprismo, manifestada en las opiniones, respetables por cierto, de los compañeros Pastor y Barreda. El primero por acción y el segundo por omisión. Me explico:

Existen, congresista Pastor, poderosas razones para oponerse al voto facultativo en un país como el Perú, con una democracia débil y un alarmante nivel de pobreza. Precisamente Arend Lijhart en un interesante artículo titulado “Unequal Participation: Democracy’s Unresolved Dilemma”, publicado en la revista American Science Review, volúmen 91, número 1 de Marzo de 1997, se ha referido a tres razones fundamentales que ligados a estas dos características del Perú de hoy, es decir débil democracia y alarmante pobreza, se asocian para enervar la iniciativa del voto facultativo. La primera de ellas es que los que concurrirán a votar serán aquellos que tienen más educación y, por tanto, están más interesados en la política. Afirma Lijhart, con fundamento, que ello no solamente creará una nueva y odiosa desigualdad sino que además constituye un factor discriminatorio porque en este específico caso la educación se convierte en un elemento condicionante para ser ciudadano, tal como lo fue la propiedad en el siglo XIX. En segundo término está el factor dinero. Con el voto facultativo aquellos candidatos que cuenten con mayor poder económico se encontrarán en mejores condiciones que sus rivales para movilizar a los ciudadanos y llevarlos a las urnas. En un país tan pauperizado como el Perú en el que las necesidades básicas no han sido cubiertas, una retribución económica para conseguir el voto del ciudadano no constituye un panorama irreal sino peligrosamente cierto y perfectamente posible. Recuérdese en este punto como hace unos meses atrás en el distrito de La Victoria elementos antisociales fueron “contratados” por inescrupulosos para asesinar y matar por la posición de un miserable mercado. La suma que se les pagó fue de 10 soles, el precio de su pobreza y su desesperación por una retribución inmediata, evidentemente. Finalmente, la consagración del voto voluntario llevaría a la población a privilegiar las campañas políticas que enfatizan más el elemento “derecho” más que el elemento “obligación”. En un país políticamente convulsionado como el Perú, urgido de ayuda, de solidaridad, de participación, es decir de todas esas iniciativas que solamente pueden ser convocadas hoy a través de una acción coercitiva, el énfasis en los derechos de un ciudadano –y no en las obligaciones que son pocas- representarán un incentivo para el debilitamiento de la escasa autoridad a duras penas constituída o la indeferente actitud ante las dificultades comunes que afectan a la nación.

Pobreza y débiles democracias son un contexto en los que no se asienta el voto facultativo. Las democracias más avanzadas que lo han consagrado son precisamente las democracias que gozan de estabilidad económica, lo que ha permitido a sus ciudadanos superar la pobreza y vivir en una sociedad que les ofrece los recursos necesarios para crecer económicamente, socialmente y culturalmente. Y sin embargo en esas sociedades boyantes se incentiva a los ciudadanos a concurrir a las urnas, mediante campañas publicitarias pagadas unas por el estado y otras por los propios ciudadanos que son, además, aquellos que las promueven.

Todo esto y más, como veremos líneas abajo y que considero lo esencial, no ha sido ponderado por el congresista Pastor al presentar su iniciativa.

Y en cuanto a lo expresado por Javier Barreda, difícilmente podríamos oponernos a sus argumentos. El problema está en aquello que NO ha dicho, y en ello peca al igual que el congresista Pastor, sintomáticamente ambos militantes del Partido del Pueblo.

Y me refería a la militancia política de ambos personajes porque desde 1931 el APRA tiene pergeñada una propuesta que constituye la panacéa a un problema más profundo y que hoy se pretende resolver apoyando o no el voto facultativo, defendiendo u oponiéndose al voto obligatorio.

Ambas propuestas parten de una misma lógica que debería ser superada, y cuanto antes mejor. El tema de la representación no sera resuelto con el sancionatorio ausentismo destinado a penalizar el negativo accionar de la decrépita clase política peruana, o con el mecánico sufragio efectivo para fortalecer un sistema de representación que ha dejado de expresar la realidad política del Perú. Reducir, otra vez, el problema de nuestra democracia a una ilógica consagrada en los números es reincidir en una solución que se limita a cuantificar las posibilidades de la representación ciudadana antes que focalizar en la calidad de democracia que queremos construir, léase una diferente a la que actualmente sufrimos.

No se trata pues de llevar de las narices al ciudadano para que vote como un autómata, sí o sí, por un sistema representativo que no lo convence, ni de ofrecerle a la clase política la oportunidad de rasgarse las vestituras ante una iniciativa “anárquica” que buscaría “terminar con la democracia”, como consecuencia directa del numérico ausentismo en las urnas. Ambas soluciones conceptuan al ciudadano como un guarismo en la estadística y la legitimidad como un producto de ella. Ambas soluciones limitan la participación del ciudadano común al sufragio efectivo y al poder de la democracia en el número de los votos.

De lo que se trata entonces es de ofrecerle al ciudadano un sistema de representación diferente, que le permita convertirse en protagonista del drama político no solamente a través del sufragio sino también mediante una democracia cualitativamente más efectiva y verdaderamente legítima que lo convoque, sí, pero además lo integre a la vida política nacional.

En ese sentido, no se explica el limitado razonamiento del congresista Pastor y de su ocasional oponente Barreda, ambos militantes del APRA, si desde 1931 el Partido del Pueblo tiene la herramientas programáticas para resolver el problema de la representatividad política que vive el país y que no pasa por la consagración o no del voto obligatorio o facultativo. Pasa, señores Pastor y Barreda, por la reestructuración del poder político en el Perú.

El APRA ha propuesto desde su fundación la necesidad de abordar el problema de la representación política en términos cualitativos. El Partido del Pueblo, desde sus inicios, ha sugerido por ello la constitución de un Congreso Económico Nacional, no solamente para convocar en un foro deliberante y, subrayo, decisorio a los vastos sectores de la sociedad civil que hoy carecen de representación en la vida nacional (sindicatos, universidades, colegios profesionales y organizaciones populares, entre otros), reestructurando así el poder político en el Perú, hoy en manos de una clase política incapaz y desprestigiada, sino también para que, desde esa nueva, vigoroza y auténtica legitimidad política que garantice estabilidad, reorganizar la producción bajo la égida de un programa social de desarrollo, común y concertado con todas las fuerza productivas del país.

Por ello sorprende ingratamente que el voto facultativo suscite en los apristas un innecesario debate, inocuo para el problema que pretende resolver que es el tema profundo de la representación política en el país.

Consecuentemente, las iniciativas parlamentarias del partido en torno a la reforma constitucional deberían estar precedidas por la propuesta urgente destinada a reestructurar el poder político en el Perú a través de la constitución del Congreso Económico Nacional.

Por lo demás, auspiciar en el parlamento esa iniciativa real de cambio político sería la mejor prueba que el Aprismo actua consecuentemente con su propuesta de un Frente Social, hasta hoy relegada en sus propósitos a un triunfo electoral pero que no garantiza cambios en la estructura de poder en la escena política nacional.

Boston, 13 de marzo del 2005



Frente Social o Congreso Económico Nacional
(Respuesta a la c. Milagros Ureta)

Por Marco Antonio Flores Villanueva
desde Boston, USA

Muchas gracias por su amable respuesta. En primer término permítame usted ponderar la altura con que aborda el tópico materia de este debate, muy apreciado por cierto en vista de los gruesos adjetivos que dominan el intercambio de “opiniones” en la redes políticas de Internet. En segundo término voy a referirme a su respuesta, punto por punto, de una forma directa y simple:

1) Las manifestaciones políticas, en los últimos años, no han sido el mejor termómetro para medir la fuerza o el poder de convocatoria de un partido político. El ejemplo más emblemático se contrae a la campaña presidencial de 1990 en la que el Fredemo y el Partido Aprista llenaron plazas y parques, mientras el candidato Fujimori no solamente emergía poderosamente en las encuestas sino que además terminó apoderándose de la presidencia. Lo mismo ocurrió con las grandes manifestaciones del partido en las últimas elecciones presidenciales. Fue esencialmente la actitud militante y disciplinada de los simpatizantes del partido lo que logró llenar las plazas. De otro lado, y en lo que se refiere a los debates politicos, la experiencia reciente apunta a confirmar que el triunfador de esos debates no siempre resulta ser el candidato elegido en los sufragios presidenciales. Alan García superó largamente a Toledo durante el debate presidencial, pero éste último ganó las elecciones. En 1990 un patético, oscuro y aburrido Fujimori evidentemente no fue mejor que su oponente, Mario Vargas Llosa, durante el debate presidencial, y sin embargo alcanzó el poder con el apoyo de la mayoría de la nación (incluídos muchos votos apristas).

2) Se ha dicho que el Frente Social no está formado por políticos. Dudo mucho que el Frente Social prescinda de los políticos para dar paso, a la hora de elaborar las listas parlamentarias, a quienes representan a organizaciones de base de la sociedad civil. En todo caso el tema de fondo en este momento NO es ese. El tema se refiere al poder de convocatoria del partido y, en ese contexto, su propuesta de formar un Frente Social. En ese preciso contexto es absolutamente meridiano que los auspiciadores del Frente Social, es decir los convocantes a ese bloque, las personalidades que están llamando a la formación de ese frente, en otras palabras los líderes de esa convocatoria son nada menos que politicos trajinados. Y esos viejos líderes políticos no son otros que aquellos que hundieron a la patria en la más catastrófica crisis que haya afectado a la república y durante un gobierno que no ha sido materia de reflexión y autocrítica al interior del APRA. Por ello se explica el poco poder de convocatoria de esos líderes que son, además, parte de la decrépita clase política peruana, desprestigiada y aborrecida por el electorado nacional (véase cualquier encuesta, léase cualquier opinión de la ciudadanía).

3) Se ha dicho, además, que “en el Frente Social los últimos serán los primeros” (Alan García) y que “el Frente Social será la voz de los sin voz” (sic) (Jorge del Castillo). Pero ocurre, mi apreciada c. Milagros Ureta, que si los últimos no tienen voz y no son los primeros es precisamente por iniciativa directa de los actuales políticos que auspician el Frente Social . En efecto, si lo que se pretende con este frente social es recoger no solamente las iniciativas sino también las necesidades de la sociedad civil así como a sus talentos, para darle más veracidad y legitimidad a una democracia representativa que quiere ser social y económica, no se explica por qué razón los auspiciadores del Frente Social de hoy no auspiciaron ayer la creación de un Congreso Ecónomico Nacional, instrumento que fue concebido por Haya de la Torre precisamente para transformar el poder político en el Perú. Como es de conocimiento de cualquier aprista que domina medianamente el abc de nuestro programa político, el Congreso Económico Nacional tiene un doble objetivo: económico y político. En lo económico, la reorganización de la producción. En lo político, que es el punto que nos atañe, la reestructuración del poder político en el Perú. En ese sentido es la antítesis de la democracia liberal. Es la participación debidamente representada en un foro concreto y perdurable en el tiempo de todos los sectores de la sociedad civil. En otras palabras, el Congreso Económico Nacional constituye conceptualmente el fin de la exclusión de vastos grupos representativos de la sociedad a través de una evolución cualitativa de la democracia: El paso histórico de una democracia liberal de partidos politicos a una democracia funcional de partidos políticos (renovados) y de organizaciones civiles y populares.

4) Así las cosas, tenemos pues que en primer lugar la propuesta de un Frente Social sería coherente si esa iniciativa hubiera estado precedida por la renovación de las principales figuras políticas del APRA, lo que NO ha ocurrido, lo que NO se ha producido. Los rostros que lideran la convocatoria a ese frente son los mismos rostros que lideraron el desastre que se inició en julio de 1985. Y en segundo lugar, esos mismos líderes politicos son aquellos que precisamente se han opuesto una y otra vez a la renovación de la política nacional y a la emergencia de “los últimos” y “los sin voz” (sic), porque NO han insistido con el programa político del APRA destinado a alcanzar ese objetivo histórico a través de la constitución de un Congreso Económico Nacional. Recuérdese que la última ocasión en que el Aprismo insistió con renovar la política nacional a través de la propuesta transformadora del Congreso Económico Nacional fue durante la Asamblea Constituyente de 1979 y, sintomáticamente, con Haya de la Torre en vida. En aquella oportunidad el PPC y la izquierda comunista se aliaron para impedir la materialización de ese proyecto histórico. Desde entonces la propuesta del Congreso Económico Nacional, como alguien lo dijo ya en un libro, se convirtió en una “propuesta olvidada” por los propios líderes del APRA, desterrada por Alan García durante su gobierno (a pesar de haber iniciado su mandato con un 90% de aprobación ciudadana y una mayoría parlamentaria ventajosa para llevar a cabo la reforma constitucional que hubiera hecho viable la constitución del CEN) y, además, eliminada de todos los Planes de Gobierno presentados durante las últimas campañas presidenciales en las que ha participado el Aprismo, incluídas las desastrosas en las cuales Abel Salinas y Mercedes Cabanillas fueron nuestros candidatos. Es más, y para probar que la clase política nacional, incluida la que dirige el partido y auspicia el llamado Frente Social, no está interesada realmente en una reforma política que incluya a la vida nacional a los vastos sectores sociales que carecen de representatividad o cualquier reforma electoral que constituya mayor participación, resulta útil recordar que luego de declararse la incapacidad moral de Fujimori, reponerse a los magistrados destituídos del Tribunal Constitucional y materializarse la vacancia de la presidencia, en diciembre del 2000 la clase polica peruana echó por tierra las expectativas del pueblo al rechazar en primera instancia nada menos que la aprobación del Distrito Electoral Múltiple para las elecciones generales que se avecinaban, llevando a la baja la aprobación de la ciudadanía a una representación nacional que se encontraba restituyendo la democracia en el país.

5) Credibilidad es pues el elemento que atenta contra los “gestores intelectuales”, auspiciadores del Frente Social, debido no solamente a la imagen que proyectan en la ciudadanía sino también, y sobre todo, a su ejecutoria que constituye el activo y pasivo de los últimos 19 años de vida republicana. Y la credibilidad es un elemento esencial en la Política. Por ello llama profundamente la atención que pese a la irrefutable verdad de ese principio algunos apristas, especialmente de la juventud, militantes bien intencionados no abran los ojos ante una realidad evidente pero irremediablemente oscura para ciertos líderes del partido. Ni siquiera la reciente experiencia de transición hacia el régimen democrático, luego de la caída del dictador Fujimori, ha sido aleccionadora para la exclusiva clase política peruana y para el propio Jorge del Castillo, parte activa en ese diálogo. En efecto, recuérdese el antecedente de la Mesa de Diálogo con la OEA. Ella debió servir a la clase política nacional y a los líderes y afiliados militantes del APRA, para valorar la trascendente e importante gravitación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares en la escena política nacional. La participación de esas organizaciones en el diálogo por el restablecimiento de la democracia en el Perú no solamente se enriqueció con sus propuestas sino que además otorgó CREDIBILIDAD y VERACIDAD al proceso, LEGITIMANDO con su intachable respaldo precisamente las propuestas democratizadoras de la clase política agrupada en la entonces oposición al regimen de Fujimori. Sin esas organizaciones y con la sola participación de la desprestigiada clase política nacional el proceso de democratización habría carecido de esos elementos vitales para la Política y a los que me he referido líneas arriba y que subrayo para los desavizados auspiciadores del Frente Social: Credibilidad y legitimidad. Por ello la participación de las organizaciones representativas de la sociedad civil y las organizaciones populares NO DEBERÍA SER EPISÓDICA O FUGAZ. Esas organizaciones deben ser DEFINITIVAMENTE incorporadas al quehacer político nacional en un hecho histórico que signifique la amplificación de la democracia, es decir el paso necesario y urgente de una exclusiva democracia de partido políticos a una plena democracia de partidos politicos renovados y organizaciones civiles y populares en un poder del estado

6) Ha dicho Agustín Haya en un reciente artículo sobre el Frente Social que las organizaciones civiles y populares deberían colaborar con la edificación de un Plan de Gobierno común liderado por el APRA. Muy bien, situándose en la estrategia electoral la idea suscitaría el respaldo inmediato. Pero ello no es suficiente, no es aceptable, no es honesto porque no es sincero y es una solución a medias que no contiene lo esencial, porque realmente constituye una colaboración forzada por las circunstancias electorales que nos urge de respaldo popular. Ese es un buen “negocio cortoplacista”, un canto de sirena, pero NO es el programa político del Aprismo, realmente comprometido con el cambio. El tema es mucho más profundo y precisa de una respuesta definitiva que pasa por la necesaria y urgente reestructuración del poder político en el Perú, y ello no será posible a través de un electorero y episódico frente social edificado a la medida de sus interesados auspiciadores. Solo la propuesta del Congreso Económico Nacional contiene los elementos perdurables y de efectivo poder representativo y político que permitirán la transformación de la escena política nacional.

Me divorcia pues del Frente Social sus trajinados, contradictorios y controvertidos auspiciadores, sus objetivos cortoplacistas focalizados en la estrategia electoral y mi compromiso con el verdadero programa político del APRA, creado por Haya de la Torre para transformar la democracia liberal, que vivimos y sufrimos, en una verdadera democracia functional, participativa y verdaderamente social, porque es la única representativa de aquellos sectores del país que han sido siempre los últimos porque no tuvieron voz. El Congreso Económico Nacional les dará la vanguardia y la tribuna desde la cual elevarán su voz para transformar el Perú.

Fraternalmente,

Marco Antonio Flores Villanueva
Boston, 9 de marzo del 2005

Dia de la Fraternidad 2005

Porque Haya amó mucho

Escribe: Marco A. Flores Villanueva



Escribo estas líneas en trance de convalescencia luego de una cirugía casi mortal, porque me siento en el urgente deber moral de honrar la fecha onomástica que estamos celebrando, a pesar del transcurrir de nuestras propias vidas privadas que deberían ser, como fue la fructífera vida de Haya de la Torre, vidas sin tregua, entregadas a una noble causa que merece y demanda de nosotros sacrificio, renunciación y, para describirlo con las propias palabras de Víctor Raúl, “profundo amor”.

Y con ese propósito he aludido intencionalmente a las palabras del maestro, para situar mi mensaje por este Día de la Fraternidad en un contexto más humano que político, si la incisión conceptual me es permitida.

Fue enorme la personalidad de Haya de la Torre y todas las manifestaciones de su figura protéica lo colocaron en un prominente sitial de la historia mundial, desde el politico hasta el filósofo, desde el luchador social hasta el líder carismático de un incredible partido de masas, desde el organizador político hasta el estadísta.

Pero todas estas características extraordinarias que hicieron de él un ser mítico, para todos los que no llegaron a verlo en vida, y genial, para sus coetáneos, se subordinan y son producto de lo que fue la esencia vital de Haya de la Torre, es decir su profunda humanidad que se constituyó en la raíz de su pensamiento politico y la verdadera inspiración de su impecable carrera pública.

Porque Haya de la Torre fue, sobre todas las cosas, un buen hombre, un maravilloso ser humano enamorado de la condición humana, de sus penas y de sus alegrías, de sus aciertos y sus errores, de sus derrotas y sus triunfos. Víctor Raúl fue un ser humano auténtico, encendido de sentimiento por el prójimo al que quiso y abrazó sin condiciones, adversario o compañero de lucha, ofreciéndonos con amor los 84 años de su vida y renunciando, sin condiciones, a su propia felicidad.

Haya de la Torre nos amó y habló de ese amor en público y en privado, en las plazas y los parques de la patria dolida o en la tranquila estancia de su oficina partidaria o en Vitarte. Su vida es un himno inmortal al más hermoso sentimiento que pueda haber creado el ser humano sobre la tierra. Por eso dió pan y agua al pobre con los comedores populares, por eso convirtió al partido en hogar de niños en cada navidad, por eso catequizó a la política que es lucha mortal por el poder y la absolvió con la pureza santa del sacrificio y la renunciación, por eso transformó el caudillismo garfo y la vanidad del liderazgo en responsabilidad paternal y apostolado, por eso se divorció de los zaharaos de la clase política boyante para vivir modestamente en una propiedad que nunca fue suya, por eso su oratoria fue siempre magisterio, manantial de vida y verdad, nunca mendacidad o vehículo de sus propios intereses.

Porque Haya mucho amó fue el político o el filósofo que hoy todos admiramos. Porque Haya mucho amó fue el genial creador de una ideología política aún presente en el escenario politico internacional. Porque Haya mucho amó fue el forjador de un movimiento político de masas que bajo su sabia égida nunca convivió con él ni el dinero, ni la corrupción ni la indecencia.

Pero todo esto fue posible porque Haya mucho amó y porque fue Víctor Raúl, primero, un hombre bueno, un alma pura, un ser esencialmente humano. Sin ese sentimiento que lo hizo grande, sin ese legítimo respeto y amor por el prójimo que le permitió galvanizar su vida con las necesidades de las grandes mayorías, la figura política que fue Haya nunca se hubiera manifestado con la dimension extraordinaria con la que pasó limpia y ejemplar a lo largo de todos estos años.

Ese es el legado más grande de Víctor Raúl, que parte desde su vida privada y se proyecta a su carrera pública como un luminoso ejemplo sin parangón en la historia de la república, un legado de amor, de entrega sin límites, de sacrificio sin quincena que sus enemigos, dentro y fuera del partido, han querido siempre manchar con el fango de sus acusaciones, con la cobardía de sus insinuaciones oscuras o con el intento vano de suplantar su recuerdo o condenarlo al olvido.

Haya vivirá a pesar de todo y sobrevivirá a todos esas hostilidades, porque la fuerza de su legado es un misterioso sentimiento que ha llevado a millones de seres humanos sobre la tierra a triunfar sobre las fuerzas oscuras del mal. Ese sentimiento humano, esa vitalidad mística que ha construído la paz donde hubo guerra y mueve aún el mundo hacia el porvenir, esa emoción humana que Haya abrazó con los brazos generosos de su alma noble no fue otra cosa que el más sincero y más puro amor por el prójimo.

Y así el destinó del continente indoamericano, a pesar de muchos y a pesar de todo, estará siempre ligado a la memoria inmortal de Víctor Raúl Haya de la Torre. Porque Haya mucho amó.

En Boston, en el Beth Israel Deacones Medical Center, a los diesciseis días del mes de febrero del 2005, Mes de la Fraternidad Aprista.


marcoludmila@msn.com