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Wednesday, December 14, 2005

El pueblo aprista contra el pueblo del Perú?
Inconsecuencias y errores históricos


Por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA


En reciente rueda de prensa, el congresista aprista César Zumaeta ha “denunciado” ante la opinión pública que el “hipócrita” de Ollanta Humala también ha gozado de los beneficios del sistema, al haber percibido haberes del estado cuando ejercio el cargo de agregado cultural en el extranjero.

En otras palabras, el “inteligentísimo” congresista Zumaeta nos ha dicho públicamente a todos los peruanos y frente a la cámaras de televisión y ante la prensa escrita, que él, en particular, no es el único hipócrita en la arena política peruana; que la clase política, en general, no es la única que merece el calificativo exacto de hipócrita; en síntesis, que ellos no son los únicos hipócritas y sinverguenzas que viven parasitariamente de los recursos del estado. No señores, otros también lo hacen.

¡Caramba, que perspicacia, que sagacidad de este líder político! Su patética defensa a una cofradía de ladrones me trae a la memoria aquel panadero de Comas que producía panetones en medio de la inmundicia y para justificarse dijo ante las cámaras de televisión que todas las panaderías de Lima operan como él, es decir, en medio de la inmundicia. Es decir, todo se achata en el país, todo se hunde, todo apesta y, por ende, para qué ser diferentes, para qué cambiar. ¡Que filosofía!

Pero eso no es todo. Semanas después de tan “lucida” defensa a la mendaz clase política peruana, muchos de mis compañeros apristas votaron en las elecciones internas del PAP del último domingo para que el congresista Zumaeta y otros dinosauríos de la misma especie vuelvan al Congreso de la República y los representen (así es, léanlo bien) por otros cinco años de “eficiente” labor parlamentaria.

Este es un ejemplo concreto de la terrible realidad política del país. Es decir, por un lado una clase política absurda, estéril, parasitaria y sinverguenza y, de otro lado, una sociedad políticamente militante adsorbida, contagiada, gangrenada y sintonizada con la carroña política que los lidera.

Y depués se extrañan algunos peruanos y toda la clase política, que el hombre que probablemente ya este liderando las encuestas sea precisamente el único candidato presidencial que dijo que fusilaría a cada uno de estos politicastros. Exceso que parece ser está recibiendo el mayoritario respaldo ciudadano.

Este es el Perú que nos dejan los belaundistas, fujimoristas, los toledistas, los alanistas y la gran mayoría de los politicos peruanos que ocuparon un escaño en el Congreso de la República. Un país excesivo porque esta harto de todo. Harto del descaro que exhiben sin pudor la clase política peruana. Harto de la ineficiencia de su liderazgo político. Harto de sus ofertas mentirosas. Harto de sus sueldos astronómicos, sus jugosos viajes al exterior y sus casas de verano y harto de la indiferencia y la complicidad ilota de los militantes de los partidos políticos

Y mientras este hartazgo se manifiesta prematuramente en las encuestas, la mayoría de la militancia aprista le da la espalda una vez más a la historia y al pueblo del Perú, “eligiendo” a un candidato presidencial que es culpable del estado de cosas en que vive la nación y respaldando abrumadoramente a una banda de ladrones que han hecho del Congreso de la República lo que el panadero de Comas hizo de su panaderia: Una inmundicia, ¡Y otro punto más para Humala!

Boston, 14 diciembre del 2005
marcoludmila@msn.com