.

.

Saturday, July 30, 2005

“Aniversario y Mensaje” (*)

por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA

Un año más marca en este día la fecha aniversario de Pueblo Continente, combativa tribuna que vió la luz gracias a la oportuna iniciativa de los compañeros Cerna, hermanos orgullosamente unidos no solamente por el vínculo de sangre sino también por el credo libertario que abrazan, el antimperialismo aprista, y que nos ha llevado a todos nosotros por el mismo camino de lucha en busca de la justicia social.

Este nuevo aniversario de Pueblo Continente -que coincide con la efemérides de una jornada revolucionaria que cubrió de gloria al Partido del Pueblo hace 73 años y al que me referiré más adelante-, alcanza a la familia Cerna separados por la distancia, pero unidos en el esfuerzo formidable de reconstruir aquello que otros, desde dentro y fuera del partido, persisten tercamente en degradar a su mínima expresión: El Antimperialismo Aprista.

Por todo ello, más allá de las diatribas que, con injusticia y por encargo, vienen recibiendo los hermanos Cerna por la publicación de Pueblo Continente y su permanente defensa de los fueros de la izquierda aprista, quienes pertenecemos a esa casa edificada a través de la maravilla virtual del Internet nos sentimos orgullosos y agradecidos de formar parte de ese proyecto que quiere aliarse con el pueblo porque se proclama, como Haya de la Torre lo hizo en vida en cada plaza y pueblo del Perú, profundamente antimperialista.

Tan felíz ocasión, como es un aniversario más de Pueblo Continente, merecía pues una preambular explicación de las razones que motivaron a los hermanos Cerna a hacer realidad esta publicación que llega, gracias a la tecnología de nuestro tiempo, como un moderno recado al corazón del pueblo del Perú.

Esa motivación también los ha llevado a organizar este evento denominado II Encuentro Regional “Aprismo y Antimperialismo”, conmemorativo del 73 aniversario de la gloriosa Revolución de Trujillo. Aquí se rememorará esa gesta a través del relato histórico e inteligente de Herbert Mujica, amigo dilecto y pluma del Perú. También se tocará aspectos técnicos desde el punto de vista económico para hacer un necesario deslinde entre las propuestas revolucionarias y transformadoras del Aprismo y aquellas que defienden los economistas anclados en el frustrante liberalismo económico, desde la derecha peruana o desde las alturas de nuestro propio partido, dominado hoy por hoy por las decrépitas propuestas socialdemócratas de sus líderes.

He tenido la enorme fortuna de haber llegado a los apristas del Perú con mi modesto análisis del Imperialismo de nuestro tiempo. Mis ensayos y artículos han sido generosa y prolijamente difundidos precisamente por los hermanos Cerna a través de Pueblo Continente y entiendo que esos documentos circulan en este evento. Por esa razón no voy a referirme a ellos, a pesar que el temario así lo invita. Este es solamente un mensaje y en trance de volver a ese propósito quiero yo aludir a un aspecto que resulta medular para comprender, para entender la importancia que tiene para las nuevas generaciones y para la izquierda aprista el estudio de nuestra realidad y del nuevo contexto internacional que nos rodea.

Conversando con mi apreciado amigo Herbert Mujica sobre el mejor mensaje que debería entregarse a los apristas que concurren a este evento, en especial a la juventud del partido, Herbert parecía decidido a rescatar el aspecto emocional y espiritual que llevó a muchos apristas a la muerte abrazando invicta una bandera que no dejaron caer porque la defendieron con sus propias vidas. Me parece muy bien, en la medida que ello constituya parte del élan vital necesario para insuflar en los corazones de nuestros militantes jóvenes y de otras generaciones el deseo firme de luchar consecuentemente por un hermoso ideal y sin otro interés que el bienestar de la patria. Es decir volver a hacer del Aprismo lo que fue en su período pristino, una legión de hombres y mujeres que con su impronta honesta y desinteresada hicieron de la política un apostalado, marcando diferencias con la vieja clase política peruana que todavía nos gobierna, amoral, asalariada y entregada a la compra-venta de voluntades.

Pero el otro aspecto que debe inspirar la limpia acción de una juventud renovadora de la política y antimperialista es el aspecto formativo relacionado con la preparación intelectual y el estudio, elementos absolutamente imprescindibles si lo que se quiere es llevar a cabo una profunda transformación del país y del continente indoamericano. Porque el mundo a comienzos de esta centuria es monstruosamente más complejo que nunca y las complicadas redes tejidas por la tecnología han transformado dramáticamente la Política. Se terminaron las carreras políticas basadas en la denuncia policial. Ese puede ser un aspecto del control politico de suyo importante y que bien puede terminar en los tribunales jurisdiccionales como medida sanitaria y con positivos resultados, pero no es la panacea para nuestros males. Se terminó también la grita sin propuestas o el uso intensivo de slogans más o menos radicales para teñir de rojo buenas voluntades que se estrellan irremediablemente con una nueva realidad que no es auscultada, que no es estudiada, que no es analizada por aquellos que militando en las filas del APRA, un partido revolucionario, irresponsablemente se niegan a interpretar las nuevas tendencias de nuestro tiempo que están determinando el futuro de nuestras vidas desde otras latitudes del planeta.

Haya de la Torre fue un politico antimperialista porque fue un espectador de su tiempo y hermeneuta de su época. Haya de la Torre fue un soldado consecuente de la lucha antimperialista porque fue un constante interprete de la realidad del país y del mundo. Y tuvo él el acierto de advertir a la militancia, una y otra vez, de la responsabilidad que exige el liderazgo por una causa entregada al pueblo. Y dijo él, consecuente con ese principio irreprochable e indiscutible, que el único camino para llegar a la conciencia del pueblo es CON-CIENCIA, es decir con la acción primera de las ideas producto de un esfuerzo necesario, urgente y vital de reconocer el mundo que ahora nos rodea y proponer soluciones concretas a una problemática cada vez más compleja.

Porque detrás de la vieja, obsoleta y criolla “éstrategia política” de la grita, del slogan o de la denuncia policial se esconde, como también se esconde en nuestra patética clase política sin excepción alguna, una evidente orfandad de propuestas concretas y pensadas para interpretar al país y al contexto internacional a comienzos de esta centuria. Y porque más allá de la importancia que tiene para todos nosotros el tema de la corrupción en el partido y en la política peruana en general, muchos apristas supuestamente de izquierda han desnaturalizado ese propósito para convertirlo, como lo han hecho tantos otros “políticos” improvisados, en fáciles temas que encubren diariamente su total incapacidad de presentar ideas concretas y constituirse, así, no solamente en líderes morales de una causa justa, pero irresponsablemente desprestigiada por ellos mismos, sino también en movimiento intelectual, corriente ideológica actualizada, corriente de opinión respetable e informada, alternativa de recambio en el liderazgo politico del partido, del Perú y de la región.

Mi crítica está pues dirigida a este liderazgo falaz, retórico, hipócrita e interesado, porque no busca cambiar lo negativo que es mucho en el partido, sino confirmarlo bajo otro liderazgo, pero igualmente mediocre e ignorante de la realidad que los rodea.

El antimperialismo NO es un slogan. En esta época de globalización y dominio del llamado “pensamiento único”, que ha ganado también a los principales líderes del Partido del Pueblo, el antimperialismo debe ser sustentado no con la grita de comité o la evocación romántica de la lucha pretérita, sino con la fuerza inicial y primera de las IDEAS. Acción sin ideas es acción sin rumbo ni propósitos concretos. Necesitamos de un liderazgo distinto, preparado, informado, creador y proponente, imaginativo, analítico, auscultador de nuestra realidad nacional e internacional, hermeneuta de esta nueva centuria que ha llevado a nuestras sociedades -especialmente a las del primer mundo que están marcando el sentido de la historia y definiendo nuestro futuro-, a tejer complicadas redes organizacionales de lo político, de lo económico, de lo financiero, de lo social y cultural. Esa realidad NO admite nunca más políticos improvisados cuya carrera se cimenta en la denuncia policial y la supuesta lucha contra la corrupción, desde el terreno fangozo de la diatriba sin propuestas concretas y alternativas pensadas. Porque después de ello, después de llegar donde querían llegar, vendrá el momento de ofrecer soluciones a problemas que jamás recibieron de ellos un análisis por lo menos mínimo. Y serán ellos los que nos llevarán otra vez a un nuevo y estrepitoso fracaso, como lo hicieron los otros a quienes ellos mismos denunciaron.

Esa es la tragedia cíclica del Perú porque no aprendemos de nuestros errores, porque no meditamos y nos detenemos a repasar la historia de nuestros fracasos. Ahora la solución ya no está únicamente en nuestras manos. Perdimos la oportunidad hace muchos años cuando la complejidad del mundo no era la que ahora enfrentamos. Por ello nuestra responsabilidad es mayor y se acrecienta tanto o más como se acrecientan los problemas del mundo y las complejas estructuras políticas, financieras, económicas y culturales que definen el planeta e impactan en la vida diaria del género humano.

La historia será esta vez implacable con todos nosotros y en ese nuevo contexto un fracaso más no será, como antes lo fue, una y otra vez, la oportunidad perdida sino el fin de las oportunidades.

Empecemos a cambiar hoy con el sentimiento y el amor por una causa noble como es el Aprismo antimperialista reinvindicador de la política, pero también con ciencia, con la responsabilidad de llevar a buen puerto ese barco de sufrimiento que es el Perú echado a la mar sobre un oceáno proceloso que es preciso conocer primero si no queremos ahogar con nuestras buenas intenciones la última esperanza de un pueblo que ya no puede más porque no cree.

Este es mi mensaje para mis compañeros de lucha y es también mi compromiso. Y que los manes de los luchadores sociales que cayeron en Trujillo ilumine a este evento que promete ser el inicio de muchos otros destinados a despertar y subvertir conciencias, para una hora no muy lejana en la que el pueblo tomará las riendas de su propio destino a través del sufragio o al fragor de la lucha civil.

En Boston, a los siete días del mes de Julio del 2005

Marco Antonio Flores Villanueva
marcoludmila@msn.com

(*) Texto del mensaje dirigido al II Encuentro Regional “Aprismo y Antimperialismo” (Huacho-Perú), organizado por Pueblo Continente (www.pueblocontinente.com), en ocasión de un aniversario más de esa tribuna del pueblo y de la gloriosa Revolución de Trujillo de 1932.