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Tuesday, December 20, 2005

Las dos caras del mismo “Aprismo”:
Alan García y Jorge del Castillo


Alan García ha dicho que si no gana en estas elecciones ya no postulará más a la presidencia de la república. Para los apristas que todavía creen en él y piensan que es diferente a Jorge del Castillo (dicen, porque uno es de “izquierda” y el otro de “derecha”), las declaraciones del “candidato natural” del Aprismo Light suenan contranatura. Y para las huestes oportunistas y asalariadas de Jorge del Castillo, lo manifestado por el compañero-presidente, creen, les abre las puertas a una futura candidatura presidencial de su líder máximo y exponente inigualable de la “renovación” aprista fundada en los genes de familia.

Pero veamos si esto es cierto, es decir que García no se parece a del Castillo y viceversa. Ayer en el programa “Ampliación de Noticias” de RPP García ha dicho nuevamente y por enésima vez que el problema de la gobernabilidad y la representación política en el país se resuelve restando los sueldos de los parlamentarios, ministros y de todo personaje político que medra de las arcas del estado. Y también reiteró, el compañero-presidente, la propuesta simplona aquella de mandar a todos los congresistas al seguro social para que sean atendidos como cualquier hijo de vecino. Es decir, para el “candidato natural”, ya no sabemos de qué Aprismo, el problema de la democracia en el Perú es cuestión de números y no de calidad de democracia y la medida inmediata, y efectista, para regenerar a la clase política es enviarla a morir poco a poco, como otros peruanos, al Seguro Social.

Un día antes, es decir el domingo17, se presentó Jorge del Castillo en la misma estación radial y dijo que las elecciones internas del partido habían sido todo un “éxito” por varias razones y, acto seguido, como no podía ser de otra forma, las enumeró: Por el número de candidatos “dinosaurio” que se presentaron y repitieron el plato para ser representantes del partido en las listas al congreso”; por el número de votantes que en “camionada” fueron contratados, perdón “trasladados” a los locales del partido para votar “democráticamente” por sus candidatos; por el número de años que el partido tiene en la arena política saltándose a la garrocha los estatutos de esa institución política en cada elección interna; por el número de familiares que gozan del beneficio de estar directa o políticamente emparentados con él y que “ganan” con total independencia cualquier elección del partido a la que se presentan; y por el número millonario de denuncias, impugnaciones, patadas y combos del número enorme de indignados compañeros que fueron excluídos de los primeros puestos de esa “fiesta electoral” por el número de billetes que repartieron a diestra y siniestra algunos reincidentes al congreso de la república.

De otro lado, García dijo que él sí promovía la renovación del aprismo y citó el número de instituciones partidarias que bajo su único nombre (“Jóvenes con Alan”, “Renovadores Estratégicos contra el Jorgismo y por ello con Alan”, “Angeles y Arcángeles con Alan” y “Cualquier cosa, pero eso sí, con Alan”) y su liderazgo ampliamente “democrático”, “plural” e “inmaculado”, vienen produciendo un “sin número” de nuevas caras en el APRA, tan nuevas que nadie las conoce al interior del Partido del Pueblo. Por su lado Jorge del Castillo no se quedó atrás y mencionó la llegada de nuevos líderes de la renovación a los puestos de vanguardia del APRA, entre “ellos”, y fue la única que mencionó, nada más y nada menos que su hija política. García no ha querido ser menos (no faltaba más y, como ven, todo es cuestión de adicionar o restar en este novísimo y modernizado “Aprismo”) y ha permitido que su hermano sea candidato en las elecciones internas (“¿Por qué no?” -dijo un satisfecho Jorge del Castillo-, “si el Aprismo tiene una tradición de generaciones de familias que “promocionan” sus canteras”).

Que no nos extrañe, pues, que en esa lógica de “aritmetirocracia” que caracteriza al Aprismo Light, tengamos la “suerte” incalculable de contar en nuestra lista de candidatos con un sin número de congresistas con muchos años en la escena política nacional. Por ejemplo, al congresista César Zumaeta, 25 años en el congreso y cero leyes, quien hace poco dijo en rueda de prensa que él no es el único que bebe de las arcas del estado sino que existen otros que se sumaron, en su momento, pero suma al fin, a su grupo privilegiado de políticos con un sin número de dolares en el bolsillo.

Y así, ni García está a la izquierda de Jorge del Castillo ni Jorge a la derecha de Alan. Los dos están sumando esfuerzos para mantener la misma chacra que se dividen ariméticamente para adicionar más años a sus carreras políticas. Lo malo para ellos es que cada vez en el Perú son menos los que les creen y son más los que piensan que ellos dos son la misma cosa. Y por ello sus respectivas campañas electorales ya dejaron de ser campañas para llevar a la presidencia o al congreso de la república a un candidato de cualquier Aprismo, menos del Aprismo de Haya de la Torre, sino que se han convertido en campañas personales de sobrevivencia política, visto el fenómeno “ no calculado” de Ollanta Humala. El primero reza por llegar aunque sea segundo (ya va cuarto y descendiendo) y continuar siendo el “candidato natural” del Aprismo Light. El segundo alucina ganarle en votos a la Cabanillas y a Mulder para continuar reinando en la chacrita en que ha convertido al partido de Haya.

En suma, esas son las dos tristes opciones que tenemos los apristas para este 9 de abril, ni más ni menos la misma cosa que defiende cualquier “Aprismo”, menos el Aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre. Por ello, y si los cálculos electorales son confirmados por el voto popular, al día siguiente de las elecciones, es decir el 10 de abril, será el día de la resta más que de la suma en el partido de Alfonso Ugarte, porque rodarán muchas, muchísimas cabezas. Serán tantas que por su número (¿otra vez?) hará tarea imposible contarlas. La diferencia será que de esa resta, necesaria y urgente, emergerá un Aprismo cualitativamente diferente.

Boston, 20 de diciembre del 2005
marcoludmila@msn.com

Los “ticos” de Ollanta Humala
(y otros operadores políticos)

Están en cada rincón del país recorriendo las calles de todas sus regiones. Ciudades enteras explotan con su presencia que tiñe de amarillo sus ocupadas arterias. Cada día transportan millones de peruanos, empleados y empleadas domésticas, universitarios, empleados, trabajadores, profesionales, amas de casa, pequeños empresarios y comerciantes; en suma, el pueblo de las ciudades, hombres y mujeres que trabajan, que sufren el Perú y que votarán en las próximas elecciones generales de 9 de abril.

Los choferes de esos vehículos que han creado una marea amarilla de “ticos”, es decir los taxis del Perú, se han federado y acaban de anunciar su intención de apoyar la candidatura presidencial de Ollanta Humala.

Estos son los operadores políticos de Humala. Dialogan con sus clientes y llegan a ellos diariamente con un simple mensaje por todos conocido y sentido a lo largo y ancho del país: Jubilar a la clase política del Perú. Muchos de estos choferes son universitarios sin futuro y decepcionados por las falsas promesas de la clase política, profesionales desempleados por los desaciertos de la clase política, obreros y empleados despedidos por los errores de la clase política y comerciantes y pequeños empresarios hundidos por el olvido o la acción directa de la clase política del país.

En otras palabras, esos choferes de ‘ticos” son hombres y mujeres que se parecen mucho a sus clientes. Son gente como ellos, que sufren y trabajan tan duro como ellos para llevar a sus hogares honradamente el pan de cada día. Y esta comunicación entre chofer y cliente, esta identificación que se mueve más en el terreno de la coincidencia negativa, es decir el odio a la clase política, actúa y actuará positiviamente sobre la intención de voto de las ciudades del país a favor del candidato Ollanta Humala.

Es la credibilidad que ofrece el chofer de “tico” transferida a alguien como ellos, con un mensaje que esperan y que comparten por ser víctimas de un común depredador perfectamente identificado, en otras palabras, la clase política nacional, forrada de billetes, de autos de lujo y de casas de playa (en las que la “modernizacion” llegó a la salas, a los comedores, a los dormitorios, pero no a sus cocinas pobladas de uniformes azules o blancos).

Los otros “operadores” de Humala en las ciudades, es decir aquellos que por la negativa imagen que representan ante la ciudadanía engordan de votos con sus dicterios al candidato de los “ticos” y achican el miedo a sus propuestas, son la fauna de acaudalados que constituyen la clase política del país y sus operadores a sueldo, es decir un gran número de militantes de los partidos políticos que, en su gran mayoría, han dado la espalda a sus ideales y al futuro de la nación por un sueldo transitorio y miserable, en la expectativa de alcanzar un puesto de trabajo en la administracion pública gracias al favor de sus patrones, corruptos y culpables de la desgracia del país.

Así, los primeros, los “ticos” venden una imagen positiva de Humala, pero con el prestigio de una vida simple y sin opulencia, su trabajo honrado y sus ingresos transparentes, operando diariamente un vehículo de transporte público. Mientras los segundos, con sus patéticos disfraces políticos enlodados por la culpa de la mentira o la supuesta “renovación” (de sus billeteras gastadas), también transmiten una positiva imagen de Humala en la medida en que su condena, su agravio, su rechazo a ese candidato presidencial significa, en realidad, la defensa de los intereses particulares de dos sectas muy bien comunicadas por el poder del dinero (políticos y militantes a sueldo) y que fue incapaz de construir un país y unificar la nación.

Y entre todos ellos, los unos por el odio y la decepción que les inspira la decrépita clase política nacional y sus vendidos operadores, y los otros, los directos culpables de ese estado de cosas en el Perú, es decir los gestores de ese infierno de injusticias en que se ha convertido la nación, están fortaleciendo día a día a Ollanta Humala, un candidato presidencial que no constituye la “esperanza” de los peruanos sino, y para muchos, simplemente la jubilación, aquí y ahora, de la clase política nacional porque ven en Humala “el hombre que jalará la palanca del inodoro”. Y es esto lo que parece satisfacer, al menos por el momento, a la gran mayoría de la irritada población citadina a nivel nacional. Porque, en lo que atañe al Perú rural, mil veces olvidada y humillada, parece, a estas alturas de la campaña electoral, que la suerte de la clase política ya estaría echada.

Boston, 19 de diciembre del 2005
marcoludmila@msn.com

Sunday, December 18, 2005

¿Paredón o restructuración del poder político en el Perú?

por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA


Alan García ha sostenido que si la clase política no sintoniza con el país, el no dudaría en ¡disolver! el congreso. A continuación se produjo un gran “debate constitucional” en torno a la viabilidad de la propuesta del compañero-presidente. ¡Debate esteril! Porque si la intención del compañero-presidente fuera realmente honesta, le hubiera sido suficiente decir, sin ninguna inspiración aprista que le haga pecar de “exceso de ideología”, que el APRA estaría dispuesta a proponer formalmente la revocatoria de los congresistas que no cumplan con su trabajo, que es la de proponer y crear leyes en beneficio del país.

También nos dijo García que rebajaría los sueldos de los congresistas y que todos ellos se irían al seguro social a ser atendidos como cualquier hijo de vecino. Es decir, para García el problema de la democracia y la gobernabilidad del país se reduce a una iniciativa presidencial destinada a “cortar” sueldos y personas en el Congreso de la República o a echar a andar soluciones efectistas tan pequeñas como su credibilidad. Ni más ni menos la clásica y raquita visión cuantitativa o simplona, que siempe ha sido la solución de los que no quieren cambiar nada en el Perú.

Semanas después (el último miércoles) se presenta en “Prensa Libre” el congresista Jorge del Castillo, y a lo largo de una entrevista en la que se abordó el mismo tópico no ofreció, por lo menos, la solución cuantitativa o la simplona planteada por el compañero-presidente. Para ser más exactos, el congresista del Castillo no ofreció solución alguna. Estuvo muy ocupado tratando de probar que él no es de derecha y que García y Maurico Mulder no están ubicados a su izquierda (de hecho, la única que estaba ubicada cerca de él, pero fuera de las cámaras, fue su hija política, a quien llevó a Canal 4, parece ser, como “prueba fehaciente e irreprochable de la renovación” (???) del Aprismo).

Ahora bien, con ese “eficaz” discurso político el “candidato natural” del Aprismo ha bajado del segundo puesto de las preferencias electorales al tercero; mientras que el parlamentario Jorge del Castillo, que “no sabe, no opina” representa a un congreso de la república que ha obtenido el ridículo índice de aprobación de 6% de la ciudadanía que sí sabe y además opina abrumadoramente contra la clase política que representan precisamente Alan García y Jorge del Castillo.

En contraste, el otro candidato presidencial, es decir aquél que César Zumaeta culpó inteligentísimamente de haber estado bebiendo, como él, de la misma mamadera del estado (“a confesión en rueda de prensa, relevo de prueba”), o sea Ollanta Humala, le ha dicho a la ciudadanía que él fusilaría a García, a Jorge del Castillo, a Zumaeta y a toda la clase política del país, y de la nada, como si fuera un milagro morado en pleno diciembre, de 0% Humala saltó espectacularmente al segundo puesto de las preferencias electorales y, probablemente, ya está liderando la intención de voto a nivel nacional.

¿Qué nos está diciendo todo esto? Hay muchas formas de responder a esta pregunta, dependiendo, claro está, de lo que realmente se defiende. La lectura que hace la clase política es tan chata como sus intereses particulares: “¡Humala es un facista, nos quiere matar!” La lectura de un gran número de militantes apristas, manifestada el último domingo en sus accidentadas elecciones internas, es tan sectaria como sus mentes afiebradas por la expectativa de un puesto de trabajo y ha sido esta: “A más ¿calumnia? (ya es muy difícil creer eso) más clase política tradicional (o sea, más patrones potenciales)”. Y la lectura hepática del pueblo del Perú es tan extrema como sus necesidades y su odio por García, del Castillo, Zumaeta y cía. y ha sido la siguiente: “¡A fusilarlos¡”.

Es esta la disyuntiva, triste e irresponsable, a la que ha llevado a toda la nación la clase política del Perú, especialmente a los más olvidados, al sur andino pobre y mil veces humillado o al Perú rural que solamante se menciona y recuerda en los hermosos discursos de la políticos acaudalados. Y no solamente con sus torpes acciones, sino con la estupidez con la que la clase política interpreta el “fenómeno Humala” en el debate electoral, colocando el tablero de la discusión, vistas sus raquíticas propuestas interesadas y culpables, sobre un dificil ángulo que empuja al país entero a una solución radical y que se grafica claramente en las siguientes expresiones: “¿Qué hacemos? ¿Los fusilamos a todos ellos votando por Humala o los premiamos a todos ellos llevándolos de regreso a Palacio de Gobierno o al Congreso de la República?”

La solución es, desde hace mucho tiempo y sigue siéndolo, la restructuración del poder político del país, la recomposición cualitativa de su democracia falaz por una más real que definitivamente integre al quehacer político nacional a las organizaciones sociales del país y jubile a su clase política. Lo dijo Haya de la Torre en 1931 y se le olvidó a García, para no pecar de “exceso de ideología” y recibir el amén de Washington. Lo dijo Víctor Raúl en todos aquellos magníficos libros que no ha leído Jorge del Castillo, porque no tiene ningún tiempo, ocupadísimo como está en controlar el APRA como si fuera su feudo o para no pecar de radical y ser bienvenido en los CADES empresariales y en el directorio del Banco de Crédito. Lo dijo el fundador del APRA y lo ignoran olímpicamente la gran mayoría de una militancia aprista senil, improvisada y entregada a la búsqueda de satisfacciones personales que cubran sus necesidades inmediatas, sin principios e ideales y sumergida en el arribismo y el oportunismo rabón.

Por ello es bastante claro para el país (menos para la militancia aprista), primero, que García y del Castillo son la misma cosa. Segundo, que ellos representan a la clase política culpable de la pobreza que vive la nación. Y tercero, que deben desaparecer de la arena política nacional. Lo que no está claro aún es cómo deshacerse de ellos, es decir o fusilándolos salvajemente como lo plantea Humala y el voto ciudadano que lo respalda o removiéndolos a través de una sana reestructuración del poder político en el país, como lo propuso Haya de la Torre desde 1931.

En conclusión, creo, amable lector que me ha seguido con paciencia hasta el final de este extenso artículo, que para evitar el paredón lo mejor para García será empezar a pecar cuanto antes de “exceso de ideología” y citar a Haya de inmediato; para Jorge del Castillo, tomar un curso de inmersión del ABC del Aprismo y enfriar sus relaciones con Dionisio Romero; para la militancia aprista, ver más allá de sus narices y pensar en el Perú; y para César Zumaeta…para César Zumaeta…¿Qué hacemos con César Zumaeta? ¡Caramba, César, lo siento mucho!

Boston, 16 de diciembre del 2005
marcoludmila@msn.com

Wednesday, December 14, 2005

El pueblo aprista contra el pueblo del Perú?
Inconsecuencias y errores históricos


Por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA


En reciente rueda de prensa, el congresista aprista César Zumaeta ha “denunciado” ante la opinión pública que el “hipócrita” de Ollanta Humala también ha gozado de los beneficios del sistema, al haber percibido haberes del estado cuando ejercio el cargo de agregado cultural en el extranjero.

En otras palabras, el “inteligentísimo” congresista Zumaeta nos ha dicho públicamente a todos los peruanos y frente a la cámaras de televisión y ante la prensa escrita, que él, en particular, no es el único hipócrita en la arena política peruana; que la clase política, en general, no es la única que merece el calificativo exacto de hipócrita; en síntesis, que ellos no son los únicos hipócritas y sinverguenzas que viven parasitariamente de los recursos del estado. No señores, otros también lo hacen.

¡Caramba, que perspicacia, que sagacidad de este líder político! Su patética defensa a una cofradía de ladrones me trae a la memoria aquel panadero de Comas que producía panetones en medio de la inmundicia y para justificarse dijo ante las cámaras de televisión que todas las panaderías de Lima operan como él, es decir, en medio de la inmundicia. Es decir, todo se achata en el país, todo se hunde, todo apesta y, por ende, para qué ser diferentes, para qué cambiar. ¡Que filosofía!

Pero eso no es todo. Semanas después de tan “lucida” defensa a la mendaz clase política peruana, muchos de mis compañeros apristas votaron en las elecciones internas del PAP del último domingo para que el congresista Zumaeta y otros dinosauríos de la misma especie vuelvan al Congreso de la República y los representen (así es, léanlo bien) por otros cinco años de “eficiente” labor parlamentaria.

Este es un ejemplo concreto de la terrible realidad política del país. Es decir, por un lado una clase política absurda, estéril, parasitaria y sinverguenza y, de otro lado, una sociedad políticamente militante adsorbida, contagiada, gangrenada y sintonizada con la carroña política que los lidera.

Y depués se extrañan algunos peruanos y toda la clase política, que el hombre que probablemente ya este liderando las encuestas sea precisamente el único candidato presidencial que dijo que fusilaría a cada uno de estos politicastros. Exceso que parece ser está recibiendo el mayoritario respaldo ciudadano.

Este es el Perú que nos dejan los belaundistas, fujimoristas, los toledistas, los alanistas y la gran mayoría de los politicos peruanos que ocuparon un escaño en el Congreso de la República. Un país excesivo porque esta harto de todo. Harto del descaro que exhiben sin pudor la clase política peruana. Harto de la ineficiencia de su liderazgo político. Harto de sus ofertas mentirosas. Harto de sus sueldos astronómicos, sus jugosos viajes al exterior y sus casas de verano y harto de la indiferencia y la complicidad ilota de los militantes de los partidos políticos

Y mientras este hartazgo se manifiesta prematuramente en las encuestas, la mayoría de la militancia aprista le da la espalda una vez más a la historia y al pueblo del Perú, “eligiendo” a un candidato presidencial que es culpable del estado de cosas en que vive la nación y respaldando abrumadoramente a una banda de ladrones que han hecho del Congreso de la República lo que el panadero de Comas hizo de su panaderia: Una inmundicia, ¡Y otro punto más para Humala!

Boston, 14 diciembre del 2005
marcoludmila@msn.com

Ejercicio de predicción y advertencias temparanas:
Lo que nos traerá a los apristas el triunfo probable de Ollanta Humala

Por Marco Antonio Flores Villanueva,
desde Boston, USA


Un fantasma recorre el Congreso Nacional (con solo 6% de aprobación ciudadana), las grandes casas de verano de los parlamentarios y sus planillas acaudaladas. El fantasma se llama Ollanta Humala. Acaba de capturar el segundo puesto en la intención de voto y todo parece indicar que a estas alturas de la contienda electoral Ollanta ya estaría liderando las encuestas que, entiendo, todavía no han registrado el voto rural, presumiblemente favorable mayoritariamente a Humala.
Personalmente, y empiezo así este artículo sui generis, creo que Ollanta Humala podría ganar las elecciones. Se ha dicho que está liderando tempranamente las encuestas, que podría caerse por la volatibilidad de las preferencias ciudadanas. Pero ocurre que la intención de voto hacia Humala esta migrando de las canteras de Lourdes Flores, votos que dificilmente pasarán a favorecer, por ejemplo, a García. También sucede que Humala hace tiempo que acaparó con su discurso el electorado “nacionalista” que ahora pretende captar García, de espaldas contra la pared luego que los empresarios lo rechazaron abiertamente, y a veces con sorna, en el último CADE. Y tampoco nos imaginamos a los neoacciopulistas de Paniagua, comprometidos por las circunstancias de un probable triunfo de Humala, doblando el brazo por García. Evidentemente lo harán por Loudes Flores pero, otra vez, no por el candidato “natural” del Aprismo Light.
Y en cuanto al voto fujimorista, su dispersión es de fácil pronóstico: El fujimorismo empresarial y el socialmente acomodado votará por Loudes Flores y el fujimorismo popular por Ollanta Humala. Ninguno de los dos lo hará por García, que representa para ellos o la continuidad de la clase política tradicional o la antípoda de su líder Alberto Fujimori, confinado en Chile y casi un cadaver político.
A todo ello hay que añadir cierto sector del Aprismo radical descontento por la situación que vive el partido a su interior. Ellos votarán por Humala, no me cabe la menor duda. No lo dicen (algunos sí) pero secretamente planean hacerlo. Yo que soy aprista y mis padres que también lo son y por muchísimos años, no votaremos por Humala, pero tampoco lo haremos por Alan García, y esos son otros votos perdidos por el candidato “natural” de un Aprismo que se negó, en todos los tonos, a renovarse y que hoy convive con la inmoralidad implantada por la clase política tradicional a la que pertenecen.
Y también está, no podemos olvidarlo porque es histórico, el odio al APRA, o el más reciente odio que es el que le profesa millones de peruanos a García, el candidato con mayores resistencias entre los presidenciables, otra realidad que será dificil de superar especialmente con la credibilidad de que goza García, literalmente por los suelos.
Aquí parece existir dos escenarios posibles luego de las elecciones del 9 de abril. El primero y más predecible es dos primeras mayorías cuyo orden, primero o segundo, no me atrevo a predecir: Loudes Flores y Ollanta Humala. Políticamente este escenario producirá una hecatombe al interior del APRA y la forzosa renovación de sus cuadros dirigenciales, incluídos claro está la remosión de Alan García y Jorge del Castillo. Este escenario apocalíptico también producirá forzadas alianzas en la clase política nacional de cara a una segunda vuelta con Ollanta Humala. Dirán, claro está, que lo hacen para “salvar al Perú”, pero todos sabemos, especialmente los pobres del país, del centro y del sur, así como del Perú rural, que lo único que desearán salvar es el poder que tienen para vivir parasitariamente y engordando sus bolsillos.
Será pues para muchos peruanos, muy en particular para los olvidados que son la gran mayoría de la nación, algo así como “la lucha final entre el bien y el mal” (¿necesito identificar quién representa a cada sector?). También sera -pese al miedo que despierta Humala entre algunos sectores de la población citadina del país, pero que no comulgan con la clase política-, la oportunidad de oro e inmejorable para de una buena vez “bajar la palanca del inodoro” (¿Acaso esta oportunidad no es una tentación para millones de peruanos que detestan a sus políticos?). En todo caso pienso que Humala podría triunfar en ese escenario. Lo que pase después con el Perú será realmente problema de los que en todos los tonos me han dicho y redicho que ellos viven en el país y que son los únicos con derecho a hacer y deshacer de él. !Sea pues!
La otra posibilidad es una final García-Humala. Aquí si veo a la clase empresarial votando “antimperialistamente” por el APRA y posiblemente la conversión acelerada de la derecha socialmente acomodada en jacobinos. El resto votará por Humala porque otra vez se reproducirá el escenario apocalíptico de una alianza de la clase política tradicional contra el “candidato del Diablo”. Lo que pase al interior del Aprismo con un García segundo en las preferencias electorales es de difícil pronóstico. Algunos dirán que García es todavía una opción, especialmente si se cae Humala del sillón presidencial. Otros dirán que sigue siendo el candidato “natural”. Pero lo que si está claro es que con un García tercero la hecatombe al interior del APRA está asegurada.
Y otra vez, lo que ocurra en el país, luego del triunfo de Humala, será, como no, de exclusiva responsabilidad de su pueblo, especialmente del pueblo aprista que el último domingo ha ofrecido el ridículo y patético espectáculo de ofertar políticos traginados, trasnochados y hartamente quemados como candidatos a un Congreso de la República que estructuralmente no quieren cambiar a pesar de la urgente necesidad de transformar el poder político en el país (como el ascenso de Humala lo prueba). Y lo más triste del caso es que en esa “ofertación” sucia e indecente han participado apristas que se decían “luchar por la renovación del Aprismo”. Dejaron de lado principios e ideales para sumarse rabonamente a la compra-venta de voluntades en un mercado político que dicen impugnar, rechazar, pero en el que realmente se regodean por razones inconfesables.
Por ello el 10 de abril, y si mis predicciones no fallan (si fallan, total estoy aquí en Boston, como reiteradamente repiten mis enemigos geográficamente “bien ubicados” en el epicentro de la noticia y la realidad peruana, y seré unmune a un gobierno de Lourdes Flores o a una nueva administración desastrosa de García, gracias a Dios), deberá iniciarse en el APRA la renovación de todos sus cuadros. Por favor, cuando lo hagan recuerden a toda podredumbre que participó en las elecciones internas apoyando a una clase política que juraron combatir. ¡Y que Dios los coja confesados (y con pasaportes en mano)! ¡Amén!


Escrito (¿ premonitoriamente?) en Boston, un martes 13 del mes de diciembre del 2005


Marco Antonio Flores Villanueva
marcoludmila@msn.com