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Friday, March 31, 2006

La encrucijada de Alan García

Con la conferencia de prensa ofrecida por Alan García el día de ayer, se inicia una nueva etapa en la campaña electoral del ex-presidente. García ha reconocido implícitamente (por fin) los resultados que hasta el momento vienen arrojando las proyecciones de las encuestadoras. Primero lo hizo Lourdes Flores Nano, saludando el liderazgo de Ollanta Humala en esos sondeos de opinión. Y ahora García, que quiere enfrentar con más objetividad la campaña que está a punto de llegar a su fin, tal vez en primera vuelta con el triunfo categórico (y peligroso) de Humala.

¿Cuáles son las opciones que tiene García en un escenario probable, pero no seguro, de una segunda vuelta con Ollanta Humala? Dos:

La primera, convertirse nuevamente al Aprismo de Haya de la Torre y proponer, como lo hiciera el viejo líder del Apra hasta el final de sus días, una profunda reestructuración del poder político del país (¿Congreso Económico Nacional?). Ello le debe significar reconocer que su propuesta inicial de bajar los sueldos a la clase política no fue realista y suficiente para un electorado mayoritario que quiere cambiarlo todo, porque anda harto de la institucionalidad política que la agobia con sus yerros y la ofende con sus privilegios. En ese contexto García deberá convencer a la derecha y al pueblo radicalizado que es preferible llevar a cabo ese cambio profundo dentro de la libertad y con el Apra, que aventurarse a una constituyente humalista con evidente tufo chavista.

La segunda, convertirse García en el candidato de la derecha más rancia e inútil de la toda la región, limitándose a presentarse ante un electorado mayoritariamente hepático como el “defensor” de esta democracia republicana, falaz y mediocre de la que medra la clase política y la oligarquía del Perú. En ese caso será devorado por el humalismo y por la historia, con el aplauso calculado de Jorge del Castillo, el “delfín” de la derecha dentro del Aprismo.

Si lo primero, García, en lo doméstico, deberá dar un giro en sus relaciones al interior del Aprismo y alejarse prontamente de posiciones conservadoras, como la que representa precisamente Jorge del Castillo y sus huéstes, que evidentemente han minado y dañado el espíritu de transformación y cambio político que antaño caracterizaba las propuestas del Partido Aprista, propuestas responsables de un centro progresista y que hicieron del Apra, por muchos años, el más efectivo interprete de la inclusión política dentro de la libertad. Movida que también resultaría oportuna, para sancionar definitivamente la impericia culpable de un dirigente como Jorge del Castillo, que derechizó, feudalizó y acható el partido bajo su administración y que fue incapaz de hacer realidad, no lo olvidemos, esa hipérbole llamada Frente Social, perjudicando las posibilidades de García de llegar al poder.

Y en lo que se refiere a la campaña electoral, el problema de García será su falta de credibilidad, esa resistencia que tiene en el electorado porque “él ya fue”. En ese contexto, y en el supuesto de abrazar la causa de la reestructuración política, el guión sería bueno pero el actor el menos deseado. Ollanta aparece más comunicado que García ante los ojos del pueblo para llevar a cabo ese cambio, aunque en el camino se lleve de encuentro, mucho me temo, elementales derechos políticos y civiles.

García no tiene mucho que escoger. O intenta reencontrarse con la mayoría de los peruanos, los apristas de verdad y limpia la casa (del pueblo) ganando o perdiendo en primera o segunda vuelta, pero retomando las propuestas de profundas reformas políticas que hiciera Haya de la Torre, o se hunde para siempre porque será recordado como el patético candidato de la derecha más inmoral, más corrupta y estúpida que ha producido la región.

Boston, 21 de marzo del 2006

marcoludmila@msn.com